NO Llegaron con los eucaliptos. Nadie sabe bien de dónde. Pero llegaron cuando los eucaliptos. Ahora los monstruos infestan el bosque. Nuestro bosque. Antes frondoso y bonito. —Aquí Mara. Mara a Base. Hemos perdido a Roque. Repito. Hemos perdido a Roque. —Aquí Base. Recibido. Mara camina como puede, por un claro del bosque, tratando de sortear el desánimo y las irregularidades de un terreno pedregoso y muy seco. Se le escapa un sollozo al tiempo que tropieza con la raíz muerta de un alcornoque desaparecido. Mara no llega a caer, pero al equilibrarse roza el pulsador del walkie-talkie y el sollozo se cuela por el micrófono. Llega íntegro al receptor Base. Transcurren unos segundos de silencio desconcertado e interferencias vacilantes. —Todo saldrá bien, Mara. Cambio. No es verdad. Mara lo sabe. Casi nada sale bien. La vida es siempre difícil, y desde hace un tiempo todavía más. Pero esa afirmación, hecha a varios kilómetros de distancia, reducida a im